La vitamina C es un nutriente esencial para la salud de todo el organismo, incluida la piel. Sus cualidades antioxidantes y generadoras de colágeno la hacen uno de los componentes más presentes en cremas y sueros. Actualmente, la prevención del envejecimiento prematuro de la piel y su adaptabilidad a todo tipo de pieles hace que sea uno de los componentes más populares y buscados. ¿Por qué? ¿No existen otros componentes que desarrollen la misma función? ¡Te lo explicamos a continuación!

La vitamina C es especial porque nuestro cuerpo no puede producirla de forma natural. Es nuestra responsabilidad proporcionarle la cantidad necesaria. Además, esta vitamina, a diferencia de otras, no puede almacenarse, por lo que todavía se hace más indispensable consumirla o aplicarla a diario.

Cada vez con mayor frecuencia se utiliza vitamina C en productos tópicos (aplicados externamente) para el cuidado de la piel y se utiliza para estimular la piel y mantenerla con un aspecto joven, saludable y radiante. Además, en muchos casos es uno de los primeros productos antienvejecimiento que se utiliza. Pero, empecemos por el principio:

 

¿Por qué es buena para la piel?

Como buen antioxidante que es, la vitamina C neutraliza a los radicales libres que causan estrés oxidativo de la piel y que provocan su envejecimiento prematuro. También es esencial para la producción de colágeno en las células cutáneas, que ayudan a mantener la estructura de la piel y a retrasar los signos del envejecimiento. El estrés oxidativo se manifiesta con una piel de aspecto apagado y cansado. En estos casos, la vitamina C aporta el estímulo que necesita para mantenerse joven y fresca.

De la misma forma, una dieta saludable y equilibrada rica en vitamina C es esencial tanto para la salud general como para la de la piel. Así pues, es importante comer una gran cantidad de fruta fresca y verduras, como hojas verdes, tomates y cítricos.

Para disfrutar de los beneficios de utilizar productos de cuidado para la piel enriquecidos con vitamina C es necesario aplicarla donde sea necesario, ya que no todos los productos de cuidado facial con vitamina C son idénticos, y deben tenerse en cuenta ciertos aspectos:

  • La fórmula de la vitamina C: Algunas de sus formulaciones, como el ácido L-ascórbico, son más activas que otras. Actualmente, se sigue investigando y probando su utilidad como principio activo para el cuidado de la piel.
  • Concentración: Las últimas investigaciones han mostrado que, para que los efectos sean visibles, el producto cosmético en cuestión necesita contener al menos un 8% de vitamina C y que las formulaciones por encima del 15% no mejoran la eficacia y pueden causar algún tipo de irritación.
  • «Frescor»: La vitamina C pura se degrada cuando se expone al oxígeno, por tanto, es más eficaz en productos que cuenten con un mecanismo de administración que hagan que esto no ocurra.

 

¿Cómo hacer que la vitamina C llegue a nuestra piel?

La forma más saludable y sensata de obtener vitamina C es mediante la alimentación. Si incluimos vegetales y frutas en nuestra dieta no hará falta esta vitamina. Sin embargo, existen cremas y complementos vitamínicos especialmente desarrollados para que mejoren el aspecto del rostro. Cabe decir que la penetración de la vitamina C en la piel a través de cremas no es fácil, ya que es hidrosoluble y la capa más superficial de la piel (manto lipídico) la repele. Esto ha supuesto un reto para los laboratorios que formulan cremas con vitamina C; no es suficiente que una crema contenga vitamina C, ésta debe estar formulada de tal modo que atraviese las capas superficiales de la piel para que pueda realizar su función.

 

En resumen…

La vitamina C es necesaria para la piel y las funciones que cumple pueden resultar interesantes desde un punto de vista estético, ya que puede igualar el tono de la piel, dar luminosidad y prevenir el fotoenvejecimiento. La vitamina C está presente en muchos complejos vitamínicos destinados a la protección solar y la mejora de la piel, así como en cremas y sueros (sobre todo antiedad).

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